Cuando pensamos en violencia machista solemos imaginarnos la más extrema brutalidad porque cuestionarnos nuestro día a día es más costoso. Porque las agresiones machistas son cosa de otros hombres y sus efectos, problemas de otras mujeres. Así que para poder combatirla es preciso identificarla en la cotidianeidad porque el entramado de la desigualdad es complejo. Y no con el objetivo de flagelarse, sino de desactivar privilegios para generar entornos más habitables. Para todas y todos.