Cuando hablamos de trabajo nos referimos a una noción de trabajo en sentido amplio, teniendo en cuenta todas las tareas que permiten el sostenimiento de la vida. O, como proponen en el Diccionario Feminista para una Economía Solidaria, elaborado por REAS Euskadi, hablamos de trabajos en plural como “las actividades humanas que hacen posible que la vida se sostenga, se reproduzca diaria y generacionalmente y sea tratada con cuidado”.

     Esta concepción amplia de trabajo nos permite incluir tanto el ámbito de los cuidados como el del empleo. Es decir, aquel que se desarrolla en el mercado laboral por un intercambio de dinero (y una relación contractual). Es esta última acepción la que, tradicionalmente, está arraigada en nuestra sociedad como trabajo.

     Se trata de una categoría excluyente, que provoca, entre otras cosas, la invisibilización y desvalorización de los cuidados (gratuitos y también remunerados) o la presencia marginal de las mujeres en ciertos ámbitos laborales. En otras palabras, deriva en lo que conocemos como división sexual del trabajo o división del trabajo en función del género. Para reflexionar sobre ello, podríamos preguntarnos: ¿Por qué decimos que las amas de casa no trabajan? ¿Por qué hablamos de inactividad cuando no se está en el mercado laboral reconocido? ¿Por qué los oficios feminizados están invisibilizados y (más) precarizados?

     Las respuestas a estas preguntas son una consecuencia de la alianza entre el capitalismo y el patriarcado que divide la sociedad en lo que se entiende como productivo/reproductivo, público/privado en base al género.

Para comprender esta división de espacios, utilizamos la figura del iceberg imaginada desde la Economía Feminista para comprender cómo la parte de arriba se corresponde con el espacio público. Es decir, lo que vemos y valoramos tiene que ver con la política, la economía, lo productivo. Mientras que la base, que es la parte que sujeta todo el sistema, es la del espacio privado. Es decir, que damos por sentado y tendemos a no darle valor. Hablamos de todo lo que tiene que ver con los cuidados.

A este respecto, destacar diferentes publicaciones como "Democratizar la participación con una mirada feminista: La importancia de los agentes técnicos en la profesionalización de las mujeres de la pesca" en el libro 🔗Participar desde los feminismos: Ausencias, expulsiones y resistencias (Icaria, 2017) o “Cuando las mujeres acceden al poder. Discriminaciones y resistencias en las comunidades marineras” en el monográfico Diálogos entre la democracia participativa y la interseccionalidad. Construyendo marcos para la justicia social, publicado en Feminismo/s, 33 (2019).

     Además, esta mirada impregna diversos trabajos como el "Diagnóstico Pamplona (en)clave de cuidados" (2019), la investigación "¿Quién sostiene la vida? Análisis interseccional de la situación de las cuidadoras remuneradas en Urretxu-Zumarraga" (2019) para la Diputación Foral de Gipuzkoa, o el informe intermedio "Zumarraga: Construyendo Propuestas" (2018).