La soledad no deseada es una preocupación creciente en nuestro entorno, síntoma de sociedades neoliberales cada vez más inclinadas al individualismo, al recorte de los servicios públicos y al sálvese quien pueda. Muchas instituciones locales han buscado actuaciones para paliar esta problemática. Medidas cuya necesidad ha hecho más patente la pandemia de la COVID-19, que ha puesto en evidencia las carencias del sistema y ha confirmado la necesidad de reforzar lo público y lo comunitario para sostenernos.

     Este es el contexto de este documento estratégico que lleva el título Atalaya de la soledad (Bakardadearen Talaia), pues busca ser una torre desde la que, colectivamente, observemos lo que nos rodea y actuemos en consecuencia. Lejos de la referencia militar, esta atalaya se fundamenta en los cuidados y nos hace conscientes de la vulnerabilidad de todas las personas, reivindicando la interdependencia y la corresponsabilidad como principios y haciéndonos partícipes de las soluciones.