Nos detenemos en la pesca para ver cómo opera la división del trabajo en función del género. En este sector nos encontramos con colectivos feminizados que, hasta hace bien poco, eran considerados ayuda familiar, sin reconocimiento ni visibilidad a pesar de jugar un papel central en el sosteninimiento de sus comunidades. Hablamos de mariscadoras, rederas, neskatilas o empacadoras, por poner algunos ejemplos.
Las trabajadoras de la pesca constituyen un ejemplo de cómo los grupos subordinados pueden subvertir las relaciones de poder que las oprimen. No sin dificultades y con todavía muchos obstáculos (derivados del sistema sexo-género pero también de las lógicas neoliberales) , mariscadoras a pie y rederas han experimentado procesos de empoderamiento. En esta entrada describimos estas vivencias encuadradas en un marco de justicia social construida sobre el pilar que supone la noción de comunidad.