MALESTAR 4:

SOMOS CUERPO

RESISTENCIA 4:

SOMOS ANORMALES


Todas las personas tenemos un cuerpo, sin embargo, no todas somos cuerpo. Las mujeres y disidencias se entienden como seres corporizados y, con ello, emocionales y cercanos a la naturaleza, íntimamente ligados a significantes como gestación, hormonas, lactancia, menstruación o sexualidad.

 

¿Te has parado a pensar cuántos debates científicos, culturales, económicos, educativos, políticos, sociales o religiosos existen sobre la (necesidad de) normativización y regulación de los cuerpos de las mujeres? El cuerpo de las mujeres se entiende como privado, pero se (re)define desde lo público. El cuerpo de las mujeres es político y, por ende, política. Sin embargo, quienes ostentan el poder de normativizarlo y regularlo no van a ser precisamente ellas.

 

Esto tiene una importancia crucial porque expulsar el cuerpo supone expulsar sus vulnerabilidades. El cuerpo se encuentra en cambio constante: enferma, experimenta la regla o la menopausia, se cansa, tiene hambre, se pone nervioso... y todo eso afecta en la forma de habitar lo público.

 

¡Ojo! Recuerda que todos los cuerpos tienen vulnerabilidades, sí, pero no todos están vulnerados por igual. Los cuerpos más atravesados por relaciones de poder como los diskos, los gordos, los racializados, los trans, los viejos... son marcados como anormales y se consideran insuficientes, indeseables o, directamente, inconcebibles en el espacio público, y serán tratados (y expulsados) en consecuencia.

 

 

 

Somos cuerpos marcados como anormales, curiosos y monstruosos que han sido llevados a los márgenes por un sistema  que los deslegitima, encierra, esteriliza, invisibiliza, medica, teme, violenta... Pero donde hay opresión, hay hueco para la resistencia así que necesitamos desvelar los malestares que atraviesan el espacio público para poder hacerlos gozosos y amables para todas las personas. Y, para ello, y como no podía ser de otra manera, tenemos que trabajar(nos).

 

Tenemos que hablar desde los cuerpos, explorar nuestras vulnerabilidades y escuchar los deseos, dolores y necesidades del resto de personas.  Sin olvidarnos de politizarlos, para comprender que esto no es una cuestión meramente individual sino que está íntimamente ligado a un sistema capitalista, colonialista y patriarcal.

 

A partir de ahí, toca comenzar a construir espacios más amables y habitables para todos los cuerpos. Para ello, es fundamental repensar los accesos, el espacio, la participación o la comunicación que utilizamos. Desafortunadamente, en muchas ocasiones, no contamos con los recursos necesarios para crear espacios cien por ciento accesibles para todas, así que ¡vamos a tener que echar mano de la creatividad y la imaginación colectiva!

 

Y, por supuesto, recuerda eso de "si no puedo bailar no es mi revolución" Esta frase tan célebre que se le atribuye a la anarquista Emma Goldman tiene mucho sentido cuando hablamos de cuerpos para practicar un activismo desde la alegría, los afectos, los apegos y ¡el baile!

 


Para (re)pensar el papel de nuestros cuerpos no puedes dejar de leer a Itxi Guerra, por ejemplo, Lucha contra el capacitismo. Anarquismo & capacitismo.

ND Stevenson nos regala a la maravillosa Nimona, una joven metamorfa que quiere ver arder un sistema que la llevó a los márgenes.


Como no podía ser de otra forma elegimos para escuchar este malestar/resistencia Somos Anormales de Residente: ♫ "Como nos vemos curiosos ponemos a los lindos nerviosos, que toda la gente nos señale, lo que no es igual, sobresale" ♪

Recuerda que encontrarás el malestar somos cuerpo y la resistencia somos anormales mucho más detallada y con un montón de referencias en la guía Transformando los malestares en acción política. Estrategias feministas para una participación igualitaria.


Las ilustraciones  vienen de la mano de @Rosi.Agua